“MARKETING DEPORTIVO EN 13 HISTORIAS”.
Otra manera de contar la cosas
Por Alberto Blázquez Manzano
La
idea de llevar a cabo la publicación surgió a raíz de la propuesta de organizar
un curso para técnicos deportivos. Tenía que ser algo práctico, pero sobretodo
útil en su trabajo. Sin embargo, la
participación en una acción formativa es una oportunidad para unos pocos. Se
quería hacer más extensible el conocimiento y la experiencia de los expertos. Qué
mejor forma, que proyectar una publicación cuyo reporte para los autores, sería
el meramente académico.
Cuando
llevas algunos años en la gestión deportiva local, reinventándote
constantemente con el deseo de lograr más con menos, es cuando te das cuenta
que tan importante es hacer, como comunicar lo que se hace. Y probablemente
porque gracias a esto último, sigues haciendo. Por tanto, la temática estaba clara, tenía que
ayudar a acercar los productos o servicios deportivos a los clientes o
ciudadanos; teníamos que hablar de marketing deportivo.
En
ese momento, cada pensamiento en relación al desarrollo del libro debía rondar
entorno a tres ideas claras: fácil de leer, donde el lector se sintiese
protagonista y que enriqueciéramos su perspectiva con la experiencia y
conocimientos de diferentes disciplinas.
El siguiente
paso era el contenido, los cuales tenían que ser muy prácticos y que
resolviesen problemas cotidianos. Para ello y de forma paralela comenzamos a
buscar personas que eran expertas en un tema seleccionado; así como temas de
las que escribieran profesionales que por su trayectoria, queríamos que
estuvieran.
Y
ahora quedaba el reto más difícil: enseñar a escribir historias. El mundo
académico nos obliga a ser asépticos en un lenguaje impersonal. Sin embargo,
quienes leemos contenidos, somos personas. Por tanto, la metodología que debía
reinar el libro sería aquella cuyo hilo conductor fuese una historia cercana y
a ser posible real (preservando los nombres), ya que de esta manera se lograría
que el autor la contara con mayor lujo de detalles. Si de niños siempre nos ha
gustado las historias, de mayores nos gusta que nos ilustren con ejemplos; es
decir con estudio de casos.
Fue
así como empezaron a llegar los primeros bocetos donde todos los autores íbamos
compartiendo lo que hacía el otro y ello nos ayuda a mejorar. Como coordinador,
empecé a darme cuenta que el contenido que se estaba elaborando se escapaba de
la esfera de un curso. ¡Había que pensar a lo grande!.
Una
vez llegados a los 11 autores, parecía más atractivo llamar la atención con un
número que tuviese un halo especial, el trece. Así es que revisando el índice
valoramos ampliar contenidos y autores, siguiendo los mismos principios de
utilidad y cercanía.
Tampoco
podíamos olvidarnos de las fotos. ¿Cuántos de nosotros hemos abierto un libro y
el mero hecho de encontrar ilustraciones nos ha invitado a seguir leyendo?.
Pues esto también tuvo su historia. Tenían que ser cercanas, tan cercanas como
que nuestros compañeros y amigos, al vernos tan ilusionados con la publicación,
posaron de modelos en tareas cotidianas como tomar un desayuno, hablar por
teléfono o dar un clase de aeróbic. La ilusión se iba haciendo grande y el
número de autores y colaboradores crecía.
Una
vez finalizado el trabajo y satisfechos con el resultado, tocaba llamar a la
puerta de editoriales. Llamamos a varias sin tener suerte durante unos meses.
Pero si de algo hemos aprendido todos los autores de esta obra es que si pones
pasión en lo que haces, al final llega la recompensa. Sencillamente aplicamos
lo que proponíamos: marketing.
Finalmente fue la editorial INDE y nosotros los
afortunados bajo el lema ganar-ganar.
A
partir de ese momento, una larga tarea de revisión, incorporación de
fotografías, etc., tocaba por hacer; pero era sencillamente, vestir a nuestro
“bebé” que durante varios meses se había ido madurando.
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